Concebida como un monolito esculpido mediante la sustracción de materia, esta residencia se emplaza en un fraccionamiento privado, respondiendo a la irregularidad del terreno con una geometría que busca la introspección. La pureza de los volúmenes blancos se ve interrumpida estratégicamente por cálidos acentos de madera, revelando un programa arquitectónico que prioriza la honestidad material.

Al interior, la vivienda se articula a través de una doble altura que inunda de luz el área social, disolviendo los límites entre el adentro y el afuera. Este espacio central fluye hacia una terraza de transición y se abre hacia un jardín que abraza la morfología del predio. El resultado es un diálogo de contrastes: la sobriedad del blanco frente a la textura orgánica de la madera, logrando una composición de equilibrio contemporáneo y carácter atemporal.

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Diseño arquitectónico:

Alejandro Santillanes

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Jorge Flores

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Diseño estructural:

Joel Martínez

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Renders:

Canalettos

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